Dentro de la percepción que tenemos de la agricultura orgánica, existen diferentes enfoques filosóficos y directrices de funcionamiento, pero cada cual debe descubrir lo que personalmente mejor le funciona, basándose en la práctica y la observación constante en el campo. Tal cosa no sucederá de forma espontánea y rápida, si es que llega a suceder, debemos ser parte activa de nuestra educación, de nuestra proyección y pensamiento científico; honestidad, fuerza y energía deben embargar el alma de cualquier profesor o maestro que quiera dedicarse a discernir sobre la agricultura orgánica, y vivir profundamente con paz interior los procesos de la naturaleza. El pensamiento agudo debe conquistar nuestra alma con los deseos de esperanzas. La perseverancia y en muchos casos la obstinación por la disciplina y el trabajo, son necesarios para lograr con solidez las bases para sustentar los resultados positivos que constantemente podemos cosechar.
La agricultura orgánica es una constante búsqueda de nuevos conocimientos, es musculo neural, pensamiento propio, creatividad, asombro, curiosidad, intuición, es la posibilidad de lo imaginario y fabuloso, es la aplicación del sentido común de todo ser quimérico protegiendo la vida, donde lo inexistente a priori, se vuelve cuerpo real; donde la verdad solo puede descansar sobre la propia verdad”
“Un científico verdaderamente honesto, es aquel que reconoce que la ciencia es un asunto constantemente cambiante y la certeza poco duradera”.
Un buen profesor es aquel que añora constantemente junto con los estudiantes lo bueno, lo sencillo, lo justo, que da el ejemplo al contemplar la belleza del espíritu humano como un reflejo en sí de la naturaleza en su rostro; es aquel que disfruta y comparte con generosidad los dones y el talento como profesor, porque no poseer el talento y el don, seria faltarle lo básico para ser y constituirse como referencia del presente.
Ser profesor es transcender con el tiempo y la edad, al homenaje de ser llamado maestro de maestro, es hacerse infinito como muchos de los predecesores de la sabiduría de la antigüedad, que jamás tuvieron la inversión del tiempo para especular con diferentes formas de maldad y perseguir al que intentara superarles.
Ser profesor es permitirse y al mismo tiempo dejar navegar los sueños y la fantasía por algunos momentos junto con los estudiantes, al lado de los más necesitados del campo.
“La única filosofía propia del campesino sencillo, es que desea una respuesta sencilla a una pregunta sencilla”
Ser un buen profesor, significa ofrecerles a los estudiantes la posibilidad del entendimiento, que vivir la vida no es un recetario de cocina, es inculcarles que todos necesitamos crear nuestra propia combinación con los ingredientes que dispongamos para triunfar.
Ser un buen profesor es saber prestarle la experiencia y cederle la energía de la creatividad a los estudiantes, para empujarlos hacia el atrevimiento propositivo y perfección; para que sean capaces de crear nuevas ideas, tengan menos posibilidades de equivocarse, y sus aciertos crezcan constantemente.
Ser profesor, es innovar y renovarse constantemente, y al mismo tiempo buscar al lado de los demás, lo mejor del sentido humano para servir al otro con transparencia y humildad.
Ser profesor es estimular el apetito insaciable a los estudiantes para que aprendan a prepararse, para ser y hacer lo mejor de forma desafiante.
Ser profesor es convertirse en la referencia de un caudal de creatividad, es ser como el mago que entretiene sin límites la curiosidad de los niños en una fiesta infantil; continuar siendo, es dar el ejemplo incansable de poseer una capacidad de investigar nuevas fuentes de inspiración. Es reconocer y al mismo tiempo permitir que todos los estudiantes necesitan crear sus propias combinaciones de fantasías para llegar lejos, sin ninguna excepción, por más o menos capacidad que alguno posea. Es poseer la sensibilidad para motivar, para que los estudiantes no pierdan el interés y la energía innata para continuar en la búsqueda de aquello que los hará felices.
“Actualmente las ciencias agrarias, pertenecen a una sociedad desintegrada y post moderna, donde se niega la historia de la propia vida, rechaza el pasado de las sociedades rurales, el presente se vuelve el objeto del mercado, y el futuro para los estudiantes se transforma en angustias de un pensamiento asalariado y sueños obsesivos inalcanzables”
Ser profesor, es una hazaña humanamente laboriosa, es arrastrar centenares de estudiantes orientándolos hacia lo nuevo y la búsqueda de lo mejor, para entender la vida, respetarla, amarla y no destruirla. Es hacer que los estudiantes caminen para que encuentren, y nazca en ellos, no solamente el estudio reflexivo de la naturaleza, sino también la acción, pensando siempre en una nueva idea, y, sobre todo, en una nueva posibilidad para servir a los demás.
Ser profesor requiere estar permanentemente dispuesto a la renovación del aprendizaje, y más aún, cuando hoy el conocimiento tecnológico está cambiando a toda hora; en fracciones de segundos una tecnología fácilmente es obsoleta y descartada para darle paso a la siguiente.
Es reconocer que siempre existe la oportunidad de mejorar en algo, retando y cuestionando los estudiantes para crecer junto con ellos, frente a cualquier innovación.
Es abordar junto con los estudiantes la transformación de paradigmas y afrontar los cambios necesarios para viajar al encuentro del futuro.
Ser profesor, es poseer un pensamiento crítico y al mismo tiempo estimularlo libremente entre los estudiantes.
“La juventud debe arder en calor humano, para que crezcan todos los movimientos sociales que generan empatía por lo justo, lo fraterno, lo solidario y sobre todo por la verdad, los jóvenes jamás deben esperar llegar a la vejez para experimentar la fantástica edad temprana de la rebeldía”.
Es estar comprometido con la orientación social y justa, que toda tecnología exige y que debe tener incorporada democráticamente al ser concebida.
Es ser el espejo de agente y oportunidad de cambio entre los estudiantes, reconociendo constantemente, que siempre nos queda algo conjuntamente por aprender a aprender.
Un buen profesor profesa la libertad hacia los estudiantes, el servicio bajo la encomienda utilitarista del mercado de cualquier tesis está lejos, el negocio del mejor postor adquiriendo resultados como comprar cualquier insumo ni pensarlo y repudiar cualquier intento de prostituir el saber es la constate.
“La fortaleza de la verdad siempre estará por encima del volumen de la mentira”.
El sueño de continuar intentado innúmeras veces disolver o volver harinas un pedazo de roca en el medio de nuestras manos, para así tratar de entender y comprender la formidable formación y reconstrucción de la vida, a partir de la animación de los minerales que componen la costra terrestre y nuestro cuerpo, sigue siendo la tarea frente al escenario de nuestra incasable lucha, por una agricultura de sueños sanos, con los estudiantes, el pueblo, y en especial con el conjunto universal de campesinos y campesinas.
Finalmente, entonces como un buen profesor, con el tiempo podremos murmurar en el medio de nuestra avanzada edad, hemos contribuido para que los jóvenes se conviertan en una nueva oleada de talentos, porque han soñado y nos han superado.
JAIRO RESTREPO RIVERA, CALI, DIC 24,2021