Había una vez un verde prado, en donde lo natural evolucionaba, nada sabía del «producip’
simplemente caminaba luna tras luna por el sendero de la existencia. Tan intrincado y complejo
se había tornado su esquema vivo, que tue capaz de producir al humano. Lo desafió, le puso
límites de convivencia, y éste, en uso de su inteligencia, supo entenderla como abrigo, morada,
alimento y arte.
Súbitamente, dos de las más peligrosas armas de la especie fueron tomando forma por sobre la
comprensión inicial, y el ego y la moneda desquiciaron al humano que hacía del sobrevivir un
arte. Ya nada fue como antes, y en un par de segundos para el planeta, la misma inteligencia que
aguardaba la buena luna para sembrar, carpir o cosechar, aguarda ansiosa la apertura de la bolsa
de valores, y se preocupa más por la mejor toma fotográfica de un evento vivo que por
contemplarlo de inicio a fin y comprenderlo.
Así nos vimos envueltos en una ignorancia biológica destructiva y ralentizadora de civilizaciones,
ego y moneda gobiernan la madre naturaleza y al padre suelo hacia su extinción.
La Madurez Biológica es la única herramienta agronómica capaz de reorientar la ambición
humana hacia un tener mejor para vivir más, y no tener más para vivir mejor, estableciendo un
camino de regreso perfectamente transitable, formateado, comprobado y aplicable a cualquier
escala productiva, pero, para transitarlo, hay que cambiar… ¿está dispuesto a ello?