Un Ministerio de Agricultura que quiera sembrar un pacto por la vida debe propiciar la práctica democrática de discutir una agricultura desde abajo, con quienes están directamente vinculados, con los pies en la tierra, produciendo la canasta básica, para que el pueblo pueda comer sano, con accesibilidad económica y dignidad.
A la Ministra López, nombrada por el Pacto Histórico, le corresponde la tarea de renovar la forma como se definen las políticas agrarias en el país, aún a pesar del reto de que el Ministerio, como toda la institucionalidad actual, esté ocupado por una burocracia de comportamientos técnicos autoritarios, tal como han ejercido durante tantos años, sin el menor contrapeso. Es la hora de retomar el camino de la Ley 200 de López Pumarejo, el camino de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos y la Reforma rural Integral, punto 1 de los Acuerdos de La Habana.
En último término, retomar el camino señalado por la Constitución del 91 que el Congreso terrateniente no permitió andar, al igual que impidió ordenar el territorio y frenó el desarrollo de la Educación. “Pero la Reforma agraria va”, dice la canción de Carlos Puebla, y hacia allá soplan los nuevos vientos del Pacto. El camino de la reforma agraria no será expedito ni fácil. Pero, ahora, tendrá a su favor las voces que se escucharán en los diálogos regionales que anuncia el Presidente Petro. Las voces de la gente del campo, de esa gran mayoría de campesinos, campesinas, negros, indígenas, cimarrones o raizales. Es la hora de las culturas expulsadas a sangre y fuego, hecatombe provocada por la contrarreforma narco-terrateniente.
No será fácil para el Ministerio de agricultura del Pacto histórico escapar a las relaciones de poder que ha construido la maquinaria desarrollista, durante tantos años encostrada a través de una agroindustria amparada por la banca, que maneja todo tipo de lobbies y artimañas y que ha propiciado la concentración de tierras. Por fortuna, se anuncia un banco estatal para dar crédito a medianos y pequeños productores y se reconstruirá el sistema de compra de cosechas que alguna vez existió para garantizar el manejo de los precios y la solvencia de los productores.
Es la hora de sacar la costra de los empresarios de los commodities, de los monocultivos y de los insumos, como se practica en todo el continente. Pueda ser que con el Pacto Histórico la práctica de la puerta giratoria pase a la historia de una nueva Colombia que queremos sentir, respirar, con la tregua que el campo necesita para vivir en paz produciendo la comida que más de cinco millones de niños y niñas necesitan para salir de la hambruna. A cada amanecer continuaremos soñando con el anhelo de una reforma agraria integral, socialmente justa, fraterna y sobre todo llena de humanidad, lejos de los manidos programas oficiales de caridad, paternalismo, asistencialismo y simulación; donde la gente llore de alegría y la emoción invada la tierra cultivada con flores de mil colores.
“Amanecerá, veremos o nos equivocaremos” Jairo Restrepo Rivera. Julio/2022.