Actualmente estamos tan desposeídos en nuestra interioridad, a la menor sospecha de saberlo, la ignoramos; desesperados queremos escapar y refugiarnos en la voraz velocidad de más y más consumo tecnológico. Todavía no queremos asumir el desencanto que nos ha provocado todo lo que nos ofrecieron y nos hicieron creer que era progreso. La inteligencia aliada al poder físico, ha llevado a la humanidad, no solamente a buscar las mejores condiciones para su sobrevivencia en la tierra, sino que ha sobrepasado los límites de la propia naturaleza para aguantar y recuperarse de los impactos provocados por el hombre. La capacidad de agotamiento y saqueo por parte de pocos individuos de la especie humana, para especular con las similares necesidades de muchos, ha superado la capacidad de soporte del planeta. Los actuales comportamientos de la economía son antiéticos, no respetan las condiciones básicas para que la vida tenga importancia y se asiente en el universo. La naturaleza no tiene la menor idea de lo que es una venganza, nosotros solo hemos provocado reacciones, como fruto de nuestras perversas acciones de destrucción. La vida jamás se reconstruye de las cenizas, ella brota de sí misma; posee una habilidad innata de recrearse constantemente.
“No envidio a quienes son siervos en la libertad, sienten pena en el placer, son pobres en la riqueza y están muertos en vida, pues tienen en el cuerpo una cadena que los constriñe, en el espíritu un infierno que los abate, en el alma un error que los enferma, en la mente un letargo que los mata; no habiendo magnanimidad que los libre, ni longanimidad que los levante, ni esplendor que los ilustre, ni ciencia que los reviva”. Giordano Bruno: Sobre el infinito universo y los mundos.
La auténtica, maduración de un ser, solo se puede comenzar a tejer cuando comencemos abandonar los miedos para conocernos; pues una verdadera revolución que busque el camino hacia el encuentro con la libertad plena, comienza con y dentro de nosotros mismos. No necesariamente todo lo que deseamos lo necesitamos para satisfacer las condiciones básicas de sobrevivencia, el problema radica en que ya no somos capaces de vislumbrar el límite entre lo que el mercado nos ofrece sagazmente con engaños y lo que verdaderamente necesitamos; siempre queremos más y más, el apetito parece no tener fin, allí radica el detalle, en no conocer y comprender de forma inmediata, quien o quienes son los que nos estimulan el apetito; sino somos capaces de encontrarlo, definitivamente la pandemia del consumo depravado, es la que nos enterrará de forma definitiva. Parece que todavía no nos convencemos que para la naturaleza continuar campante por el camino de la biogeoevolución, no son necesarias dos cosas: La especie humana y la tecnología.
Hoy puede ser el inicio del cambio, solo depende de usted y el querer hacerlo.